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Economía

La recuperación económica es el gran reto de Brasil, dicen analistas

El presidente interino Michel Temer tendrá que hacer un esfuerzo muy
Giselle Garcia – Corresponsal de Agência Brasil
Publicado en 16/05/2016 - 13:42
Londres

En 2007, cuando se confirmó el mayor descubrimiento de petróleo en la historia del país, las reservas del presal, Brasil experimentaba un momento único. La economía había crecido un 6,1% aquel año, animada por la exportación de productos agrícolas. La inflación se redujo del 6,88% en 2005 al 3,6%, la tasa más baja desde 1998. La confianza era firme y los inversores estaban de acuerdo en que Brasil era el más prometedor de los Brics, con una democracia estable, población joven y abundantes recursos naturales.

Menos de una década después, la realidad ha cambiado. La principal economía de América Latina se hundió en la peor crisis económica de este siglo, agravada por la fuerte caída de los precios de las materias primas, por el aumento insostenible de la deuda pública, por un proceso de destitución que paralizó el Congreso y por un escándalo de corrupción sin precedentes.

La situación a que el presidente interino Michel Temer tendrá que hacer frente no es favorable. El Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo un 3,8% en 2015, la peor caída en 25 años. La expectativa para 2016 es que la recesión rondará el 3,8%. La inflación aumentó más del doble en comparación con 2007 y con eso el tipo de interés básico superó el 14%. El desempleo tiene dos dígitos: un 10,2% de los trabajadores están fuera del mercado, lo que representa 10,4 millones de brasileños.

Con la profundización de la recesión, millones de brasileños que habían conformado la llamada “nueva clase media” durante la buena fase económica están regresando a la pobreza. Un estudio de la consultora Tendências, con sede en São Paulo, pronostica que 3,1 millones de familias, unos 10 millones de personas, volverán a integrar el grupo menos favorecido de la población. La movilidad social vista en siete años (2006-2012) se puede borrar en tres (2015-2017), según el estudio.

Un esfuerzo muy grande tendrá que ser hecho para recuperar la confianza de los inversores y poner la economía de nuevo en marcha. Robert Abad, fundador de EM + BRACE, consultora californiana en mercados emergentes, cree que el nuevo gobierno tendrá que empezar todo de nuevo y demostrar al mercado que las propuestas de políticas económicas son sólidas, lo que llevará tiempo.

“Tomó años para que Brasil recibiera el grado de inversión de las agencias de calificación de crédito, para que el mercado creyera que el milagro estaba sucediendo”, dice Abad. Con la crisis, Brasil fue rebajado por las tres principales agencias internacionales (Standard and Poor's, Moody's y Fitch) y perdió el título de buen pagador, lo que ahuyentó la inversión extranjera.

La plataforma económica presentada por el vicepresidente Michel Temer en octubre fue bien recibida por los mercados financieros, pero recibió críticas por parte de los sindicalistas. En el documento, titulado Puente al Futuro, se proponen reformas en la seguridad social y en la ley laboral, y cambios en la Constitución para permitir un corte profundo en el gasto público. También se prevé una mayor apertura al capital extranjero. El objetivo es crear condiciones para que Brasil logre un desarrollo sostenible del 3,5% al 4% anual durante la próxima década, un objetivo desafiante para una economía que debe sufrir contracción del 3,8% este año.

Muchos analistas, sin embargo, son cautelosos. “Habrá una buena voluntad a principios, una fase de luna de miel. Pero las calles no ven a Temer como un cambio muy grande. No sabemos si las protestas se detendrán”, dice el politólogo Anthony Pereira, director de King's Brazil Institute, en Londres.

Una encuesta reciente mostró una alta tasa de rechazo al presidente interino. En el grupo de los que se oponen a la presidenta Dilma Rouseeff, el 54% de los encuestados dijo que también era favorable al apartamiento de Temer. Entre los partidarios de Rousseff, el porcentaje de insatisfechos con Temer llega al 79%.

Para Pereira, lo que pueda ocurrir al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva también influirá en el futuro del país. “Me gustaría pensar que la izquierda va en silencio asumir el papel de oposición, pero eso no es cómo ocurren las cosas. Podemos esperar más inquietud social”, dice.

Lula, quien puede postularse a la presidencia en las elecciones de 2018, está siendo investigado por la Operación Autolavado, que trata de la corrupción en Petrobras. Además de él, al menos 34 miembros de la Cámara y del Senado, de diferentes partidos, se encuentran bajo investigación.

Junto a Rousseff, Temer también se enfrenta a un proceso en el Tribunal Superior Electoral por presuntas irregularidades en la campaña, lo que podría invalidar la lista ganadora de las elecciones de 2014 y la consiguiente pérdida del puesto de vicepresidente.

Con tantas presiones desde diferentes lados, analistas creen que Temer no logrará llevar a cabo reformas significativas y reactivar la economía. “Veo una recuperación lenta, ya que los pilares del crecimiento se desmoronan frente a nosotros. La seguridad social es insostenible, la deuda pública sigue creciendo y hay una parálisis en el sector productivo”, afirma el economista Marcos Casarin, de Oxford Economics.

Para él, uno de los principales retos para restablecer el equilibrio fiscal es la Seguridad Social. La población brasileña apenas ha empezado a envejecer –la edad media del brasileño en 2015 era de 31,1 años, frente a 47,5 años en Alemania, por ejemplo– y el gasto con Seguridad Social ya ha alcanzado el 44% del gasto total primario del gobierno.

Los brasileños se retiran en promedio a los 55 años. En Alemania, la edad mínima de jubilación es de 65 años. “Tenemos que aumentar la edad mínima para jubilación en el país. Además, las pensiones no deberían ajustarse por el salario mínimo, sino por la inflación”, dice Cesarin.

El informe Fiscal Monitor 2016, publicado en abril por el Fondo Monetario Internacional (FMI), pronostica que Brasil no alcanzará un superávit primario antes de 2020. El FMI estima un déficit primario del 1,7% del PIB este año. Esta es la tercera vez consecutiva que el gobierno no logra ahorrar dinero para pagar a los acreedores.

Carlos Primo Braga, ex director del Banco Mundial y profesor asistente en la Fundación Dom Cabral, cree que Brasil tiene muchas ventajas competitivas y no se hundirá en una depresión. “No tengo ninguna duda de que, si nos libramos de la incertidumbre, reanudaremos gradualmente el ritmo de crecimiento y esa no será una década perdida”, dice.

El británico Daniel Hamilton, director senior de la consultora global FTI Consulting, es más pesimista. Él piensa que Brasil no será capaz de promover las reformas necesarias para el desarrollo hasta que tenga un menor número de partidos. “Hay casi 40 partidos en Brasil. Al menos nueve de ellos estaban representados en el gobierno del PT, pidiendo favores políticos y concesiones aquí y allá”, critica. La reforma política es objeto de debate en el Congreso brasileño hace más de 20 años.

Después de ver tantas oportunidades perdidas en los últimos años, Hamilton tiene pocas esperanzas de que Brasil supere los grandes problemas que siempre impidieron el desarrollo máximo del país, y cita una frase que muchos atribuyen al líder francés Charles de Gaulle: “Brasil es el país del futuro y siempre lo será.”


Traducción: Leonardo Vieira


Fonte: La recuperación económica es el gran reto de Brasil, dicen analistas