Agroecología puede mitigar impacto climático en cultivos
El calor excesivo está impactando los cultivos de soja, maíz y arroz en el sur de Brasil, así como las plantaciones de café y frutales en el sudeste. Cada año, el cambio climático afecta más la producción de alimentos.
Según la climatóloga Francis Lacerda, investigadora del Instituto Agronómico de Pernambuco, las estrategias agroecológicas pueden mitigar estos efectos y disminuir la amenaza de inseguridad alimentaria, al menos por ahora. "Hay prácticas que aún pueden reducir estos efectos. Digo aún, porque pronto no podrán", advierte.
La primera tarea es la reforestación. "Una práctica común en agroecología son los cultivos intercalados. Plantas un árbol frutal junto a una legumbre, judías, maíz, todo en conjunto... Estas plantas interactuarán y se beneficiarán mutuamente. Algunas recibirán agua profunda gracias a sus raíces pivotantes, mientras que otras no. Las plantas que no toleran mucha radiación se desarrollan mejor junto a árboles grandes que les brinden sombra. Debemos reforestar y adoptar este modelo de sistema agroforestal", comenta la experta.
Agrega que la diversificación de cultivos mejora la fertilidad y protección del suelo, además de reducir el riesgo de plagas y enfermedades, "contribuyendo a evitar el uso de pesticidas y garantizando ventajas medioambientales y financieras para los agricultores, como menores inversiones y cosechas diversificadas, escapando de riesgos económicos por condiciones climáticas extremas".
Impacto en los agricultores
La climatóloga señala que la mayoría de los alimentos consumidos por las familias brasileñas son producidos por agricultores familiares, quienes están cada vez más sorprendidos por los cambios climáticos. "Porque ya no pueden usar las prácticas tradicionales de plantar en un período y cosechar en otro. Las olas de calor aumentan la resistencia de algunos organismos del ecosistema, como insectos, hongos y bacterias, que terminan con la producción", advierte.
Por ello, Francis también aboga por políticas públicas que implementen tecnologías para que las comunidades capturen y almacenen su propia agua y generen la energía que consumen, haciéndolas menos vulnerables ante el clima. "Debemos dar autonomía a estas comunidades para que produzcan sus propios alimentos en estas condiciones y también reforestar sus propiedades: es posible, es económico y los agricultores están interesados", enfatiza.
Aunque no se haga a gran escala, la incidencia de algunas especies vegetales endémicas de los biomas brasileños está disminuyendo, según la climatóloga, "incluidas especies adaptadas a prosperar en zonas secas y cálidas".
Adaptación de las plantas
"El umbuzeiro es una planta de referencia para la región semiárida. Es muy resistente y almacena agua en sus raíces para enfrentar las sequías. Los umbuzeiros están desapareciendo del paisaje porque no pueden adaptarse a las condiciones climáticas actuales", explica.
La climatóloga también sugiere que estas lecciones pueden aplicarse al entorno urbano, "reservando espacios en las ciudades para cultivar alimentos, como patios productivos y farmacias vivas. Pero se necesita una política pública que oriente y financie estas iniciativas. La justicia social es esencial para combatir el cambio climático. Debemos idear formas innovadoras de producir y garantizar agua, energía y seguridad alimentaria para poblaciones rurales y urbanas", concluye.
