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En la Amazonia brasileña, asentados cambian madera por ingresos sostenibles

La recolección y beneficiación de la castaña de Pará ha asegurado la
Maiana Diniz – Reportera de Agência Brasil
Publicado en 21/05/2016 - 15:55
Brasilia
Juruena, MT, Brasil: Antônio Bento de Oliveira caminha em busca de castanheiras por área da reserva legal comunitária do assentamento Vale do Amanhecer.  (Foto: Marcelo Camargo/Agência Brasil)
© Marcelo Camargo/Agência Brasil
 Cláudio, que trabalha com o sistema agroflorestal, no assentamento Vale do Amanhecer, no município de Juruena. Os sistemas agroflorestais são consórcios de culturas agrícolas com espécies de

La región de Juruena tiene gran importancia ambiental por ser un ecotono, zona fronteriza entre dos biomas, el Cerrado y el bosque amazónico.Marcelo Camargo/Agência Brasil

Ubicado en el llamado arco de la deforestación, en el noroeste del estado de Mato Grosso, el municipio de Juruena alberga el Vale do Amanhecer, un asentamiento de 140 km² donde viven 250 familias.

La región de Juruena tiene gran importancia ambiental por ser un ecotono, zona fronteriza entre dos biomas, el Cerrado y el bosque amazónico. “Las zonas de transición de los ecosistemas albergan especies endémicas, es decir, que solo existen aquí. Si no protegemos la vegetación, esas especies pueden extinguirse”, explicó el ingeniero agrónomo Paulo César Nunes, uno de los precursores del desarrollo sostenible en la región.

Fundado en 1999 por el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (Incra), Vale do Amanhecer es un caso raro de éxito entre los asentamientos de reforma agraria en la región, y se convirtió en modelo y referencia por combinar conservación ambiental y generación de ingresos, mejorando la calidad de vida de las familias asentadas.

Durante la etapa de regularización del asentamiento, fue creada una reserva legal comunitaria con una superficie de 72 km², lo equivalente a 7,2 canchas de fútbol. La Floresta do Vale, como es llamada la comunidad, es un importante reducto de la vegetación nativa y ha generado ingresos sostenibles a los asentados. Está dotada de un alto potencial para actividades extractivistas, y cuenta con cerca de 2,5 mil árboles de castaña de Pará o nueces amazónicas, como también son conocidos sus frutos.

Juruena, MT, Brasil: Antônio Bento de Oliveira mostra fruto da castanheira colhido na reserva legal comunitária do assentamento Vale do Amanhecer. (Foto: Marcelo Camargo/Agência Brasil)

El asentado Antonio Bento de Oliveira y su hijo Alexandre, recogieron cerca de 2 toneladas de nueces amazónicas durante la cosecha 2015/2016.Marcelo Camargo/Agência Brasil

Extractivismo

Los asentados no lucran con la madera. La idea es trabajar solamente con productos forestales no madereros. El asentado Antonio Bento de Oliveira y su hijo Alexandre, procedentes del estado de Goiás, recogieron cerca de 2 toneladas de nueces amazónicas durante la cosecha 2015/2016. “Hoy gano más con las castañas que con la leche. Tengo una huerta en mi granja y produzco leche de ganado, pero las castañas son más rentables”, dijo, agregando que la granja es demasiado pequeña para sostener a una familia con cuatro hijos.

Las propiedades del “Vale do Amanhecer” tienen 24 hectáreas de tierra, lo equivalente a 24 canchas de fútbol. Oliveira tiene 25 cabezas de ganado en la granja que compró en 2004, cuando sus propietarios originales, que ganaron el terreno, decidieron partir después de explotar los recursos maderables que había allí. “Si no fueran esas iniciativas en torno de la castaña, no habría nadie más aquí”, opina Oliveira.

Los castaños no tienen dueños, quienes lleguen antes pueden recoger las nueces. “Solo los asentados pueden recogerlas, pero no peleamos. Hay lo suficiente para todos”, afirma Oliveira.

La venta de las castañas es garantizada. La producción es comprada por la Cooperativa de los Agricultores del Vale do Amanhecer (Coopavam), creada por los asentados a mediados del 2008 para beneficiar y comercializar el producto. La cooperativa cuenta con 67 socios registrados y compra castañas de unas 1,5 mil familias extrativistas que dejaron de vender el producto a un precio bajo a intermediarios. Entre los vendedores están los pueblos indígenas Apiaká, Caiaby; Mundukiru y Cinta Larga. Antes de la cosecha, Coopavam define e informa el volume que será adquirido.

A través del proyecto “Doação Simultânea” (Donación Simultánea), firmado en el ámbito del Programa de Adquisición de Alimentos (PAA), Coopavam vende parte de la producción a la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab) que dona alimentos para comidas escolares, redes de atención social, restaurantes populares y cocinas comunitarias. Las castañas de Pará son usadas para alimentar unas 42 mil personas en situación de inseguridad alimentaria y nutricional en ocho municipios del noroeste del estado, según Coopavam. Además, la cooperativa negocia con grandes empresas que venden productos naturales.

 Trabalhadores da Cooperativa do Vale do Amanhecer quebram as cascas das castanhas colhidas na reserva legal comunitária do assentamento. Marcelo Camargo/Agência Brasil)

La venta de las castañas es garantizada. La producción es comprada por la Cooperativa de los Agricultores del Vale do Amanhecer (Coopavam), creada por los asentados a mediados del 2008 para beneficiar y comercializar el producto.Marcelo Camargo/Agência Brasil

Beneficiación

En 2008, los intermediarios pagaban cerca de US$ 0,14 por kilo de castaña. En el mismo año, Coopavam empezó sus actividades pagando US$ 0,33 por kilo. En la cosecha de 2015/2016, pagaba US$ 0,97 por kilo de castaña cruda. Hasta abril, la cooperativa ya había adquirido 80 toneladas de nueces. Solo la etapa de secado aumentaba el precio en un 30%. Una vez embalada, la nuez amazónica se vende por cerca de US$ 8,33 el kilo.

Además de las labores extractivas, los asentados también pueden trabajar en la planta de procesamiento de la cooperativa durante el período de cosecha. Antonio Oliveira, por ejemplo, extrae y también trabaja rompiendo nueces por una tarifa diaria. “Trabajo todos los días, en dos turnos, y consigo ganar unos US$ 833,00 por mes”, dice Oliveira.

La presidenta de Coopavam, Luzirene Lustosa, informó que todas las decisiones se toman colectivamente. “Los asentados cuidan de la administración y de la logística del negocio”, dijo, agregando que han surgido nuevas ideas entre los miembros con miras a ampliar y dar más calidad al negocio. La cooperativa prevé vender entre 200 y 300 toneladas del producto este año.

 Marcelo Camargo/Agência Brasil)

Paulo César Nunes, coordinador general y creador del proyecto “Sentinelas da Floresta” (Centinelas de la Floresta)Marcelo Camargo/Agência Brasil

Reserva legal

Vale do Amanhecer es el único asentamiento de Brasil homologado como reserva legal, y todos sus castaños son georreferenciados. “Es el único bosque realmente protegido y monitorizado en asentamientos del país”, declara con orgullo Paulo César Nunes, coordinador general y creador del proyecto “Sentinelas da Floresta” (Centinelas de la Floresta), que viabiliza el establecimiento de una nueva cadena productiva en la región, una alternativa a la producción de madera.

El proyecto está financiado actualmente por el Fondo Amazonia, a través del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES). La iniciativa es premiada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y por Fundación Banco do Brasil y ya ha recibido el apoyo del Programa Petrobras Socioambiental y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), bien como del gobierno federal.

Traducción: Lucas Magdiel


Fonte: En la Amazonia brasileña, asentados cambian madera por ingresos sostenibles