El turismo de base comunitaria cambia la realidad de tierras indígenas
Ante la emergencia climática, el debate sobre formas de promover el desarrollo sostenible en la Amazonía cobra protagonismo en diversos sectores económicos, incluido el turismo. En las tierras indígenas, un modelo de gestión se destaca como una alternativa para los pueblos que desean recibir visitantes sin comprometer la conservación del bosque: el turismo de base comunitaria.
En el municipio de Feijó, en Acre, el pueblo de la Aldea Shanenawa experimenta recibir visitantes interesados en una inmersión con los pueblos originarios y en aprender sobre la convivencia armónica con el bosque. “En el pasado, ya realizábamos nuestras festividades, cuando venían nuestros parientes de otras regiones y etnias. Teníamos nuestra fiesta cultural, pero no teníamos experiencia con el turismo. Este llegó a la aldea hace tres años”, recuerda el cacique Tekavainy Shanenawa.
Según el líder indígena, además de las festividades, visitantes brasileños y extranjeros comenzaron a llegar a la Tierra Indígena Katukina Kaxinawa en busca del conocimiento ancestral de la medicina del bosque, como el uso de la ayahuasca, que estuvo resguardado durante 30 años debido a su prohibición. “Los ancianos guardaron la sabiduría de la medicina durante todo ese tiempo. Retomamos su consagración cuando yo ya era adulto y tenía hijos, practicando lo que mi abuelo me enseñó”, cuenta.
Antes de la llegada del turismo, los Shanenawa dependían de la agricultura de subsistencia, principalmente con cultivos de plátano y mandioca, así como de la caza, la pesca y la producción artesanal.
El comercio de estos productos permitía adquirir proteína animal y otros bienes en la ciudad. La llegada del turismo fue bien recibida por la comunidad, que vio una oportunidad para agregar valor a su producción, fortalecer la cultura y transmitir enseñanzas a las nuevas generaciones.
“Cuando consagramos la medicina, ella nos fortalece, especialmente a la juventud que está aprendiendo. Cuando llega un visitante, tenemos el placer de mostrar cómo vivimos y cómo consagramos la medicina. Cada vez que lo hacemos, nos perfeccionamos más”, dice Maya Shanenawa, hija mayor del cacique.
Tradición
Entre los Shanenawa, quien nace primero asume la continuidad del liderazgo, independientemente de su género. Además, prevalece la vocación. Maya, de 29 años, ya es reconocida como vicecacique, mientras que Maspã, la segunda hija, lidera el ritual de consagración de la medicina.
Para los Shanenawa, el turismo refuerza estas tradiciones: los jóvenes deciden permanecer en el bosque, preservan la cultura y son ellos quienes cuentan su historia.
“El pueblo antes conocía nuestra historia a través de libros que la contaban mal. Hoy tenemos la oportunidad de que cada visitante escuche la historia directamente de nosotros, tal como la escuché de mi abuelo”, dice el cacique Tekavainy.
Colaboraciones
La participación activa de la comunidad y el reparto equitativo de beneficios son principios básicos del turismo de base comunitaria en tierras indígenas. Sin embargo, no siempre se respetan. Un diagnóstico del Ministerio de Desarrollo, Industria, Comercio y Servicios mostró que muchas colaboraciones desfavorecen a las comunidades.
El pueblo Shanenawa está pendiente de este aspecto y busca asociaciones que fortalezcan el turismo en la tierra indígena. Una de las empresas que colabora eligió a representantes de la propia comunidad.
Tuwe Shanenawa, uno de los que trabajan directamente con los viajeros, dice que siente orgullo al mostrar la selva y guiar a quienes llegan desde fuera a través de los conocimientos ancestrales. “Siempre digo que nadie llega aquí por casualidad y, en especial, menciono a los viajeros. De alguna manera, es un llamado para sus vidas. Puede ser de la medicina o simplemente del día a día de la convivencia. Pero nadie llega por casualidad, no. Claro que vienen con ese objetivo de turismo, de conocer, pero va mucho más allá de lo que a veces las personas esperan, debido a la conexión espiritual.”
Además de Tuwe, todos los que trabajan con el turismo en la aldea se esfuerzan por mejorar la experiencia de quienes llegan, ya sea con la alimentación natural recolectada y cuidada allí en la selva, con los paseos para descubrir las bellezas de la Amazonía y la majestuosa samaúma, un árbol que puede alcanzar hasta 70 metros de altura y 120 años de vida, o con los baños de hierbas y arcilla que preparan el espíritu para la consagración de la medicina.
Desafíos
Pedro Gayotto, cofundador de la empresa de turismo social que trabaja con los Shanenawa, señala que existe una demanda insatisfecha de turistas que buscan etnoturismo pero no saben cómo acceder a él.
“La gran mayoría de los viajeros que hacen rutas en tierras indígenas con nosotros siempre llega diciendo: ‘Llevaba mucho tiempo buscando hacer un viaje indígena y no sabía cómo, no sabía por dónde empezar, y los encontré por recomendación de alguien o los encontré en Google’, en fin. Así que esto ya demuestra que hay demanda y que las personas no saben cómo llegar allí”, destaca Pedro Gayotto.
Además del desafío de llevar a los viajeros a sus destinos, hay muchos otros obstáculos por superar. Las realidades de cada tierra indígena son diferentes, pero existen cuestiones colectivas que afectan a la mayoría de las aldeas. Un ejemplo es el propio residuo generado por la actividad turística. “Entendemos que quemar la basura no es el mejor camino y tampoco queremos llevarla a otro lugar. Por lo tanto, necesitamos ayuda para encontrar una solución”, alerta Tuwe.
Fuerza de tarea
El manejo de residuos fue parte de una fuerza de tarea realizada del 2 al 6 de diciembre, con representantes del gobierno federal y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Los Shanenawa presentaron sus demandas y avanzaron en los procesos de regularización del turismo de base comunitaria.
Regulado por la Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas desde 2015, el turismo en tierras indígenas es poco documentado por los organismos federales. Solo 39 rutas están regularizadas en Brasil, 14 de ellas enfocadas en la pesca deportiva.
Según Carolina Fávero, coordinadora general de Turismo Sostenible y Responsable del Ministerio de Turismo, esta falta de información ya ha sido identificada por la entidad, que actualmente trabaja en un mapeo de estas iniciativas. Con el trabajo aún en progreso, más de 150 aldeas con actividades turísticas ya se han registrado, destaca.
Ella explica que se creó un proyecto en asociación con la Universidad Federal de Río Grande del Norte, denominado Brasil Turismo Responsable, enfocado en las comunidades indígenas. A partir de este proyecto, se trabajará en la capacitación en turismo responsable, en el turismo de base comunitaria, en el apoyo a las comunidades para desarrollar el Plan de Visitas y, además, en la promoción de cursos, la producción de materiales y el mapeo, que, según Carolina, ya está en marcha.
* La periodista viajó invitada por el Instituto Samaúma y el Ministerio de Desarrollo, Industria, Comercio y Servicios