Vecinos crean cooperativa de reciclaje en la favela de Rocinha

La vecindad de Roupa Suja, en la favela carioca de Rocinha, recibió este nombre porque era el lugar donde mujeres aprovechaban el agua de un arroyo para lavar ropa en tanques al aire libre, según relato de moradores. Con el crecimiento de la comunidad, el área pasó a acumular basura, pero el escenario viene cambiando desde hace un año y tres meses con el proyecto De Olho no Lixo (“Ojo en la Basura”).

Casi 600 toneladas de residuos fueron retiradas del lugar y de otro punto de Rocinha conocido como Lajão. Los reciclables se están transformando en ropas e instrumentos musicales para proyectos culturales.

Unos 30 integrantes del programa se organizaron en una cooperativa para continuar el manejo de los residuos. El armador de herrajes desempleado José Antônio Trajano, de 33 años, encabeza la iniciativa y espera sea también una fuente de ingresos. “La ambición es crecer, dar continuidad y mejorar la comunidad. Este proyecto dio la oportunidad a mucha gente de entrar al mercado de trabajo.”

Trajano comenzó en el programa el año pasado, cuando la Secretaría de Ambiente, el Instituto de Ambiente de Río de Janeiro y la organización no gubernamental Viva Rio Socioambiental iniciaron las actividades en Rocinha. El secretario licenciado de Medio Ambiente, André Correa, dijo que las acciones van más allá del trabajo manual de retirar basura de local impropio, y buscan cambiar la mentalidad para generar oportunidades.

“Viene funcionando muy bien porque la comunidad ha abrazado”. Correa informó que la cooperativa tendrá un centro de reciclaje en un terreno cerca del túnel Zuzu Angel. Los grafitos que anuncian el proyecto ya comenzaron a ser pintados en el lugar.

Moda y música

Además de la recolección de residuos, el proyecto también cuenta con la iniciativa Ecomoda, en la que ropa y accesorios se confeccionan a partir de donaciones y materiales recogidos en la comunidad. El estilista Almir Francia coordina la confección y dice que el desafío es no producir basura, aprovechando cada material que llega al taller.

El grupo Funk Verde, coordinado por Regina Café, produce instrumentos musicales a partir de lo que se recoge en la comunidad, además de ofrecer clases de música.

Según Regina, hay una investigación constante para hacer que los instrumentos tengan una sonoridad cercana a la de industrializados y, para eso, la variedad de materiales aprovechados es enorme. “Baldes, toneles, latas de tinta, latas de gaseosa, de cerveza, aluminio, tapones. A todo tipo de material que estaría contaminando y causando trastorno intentamos dar un destino.”

“Para confeccionar 10 chocallos, necesito, por lo menos, 800 latas. Entonces, no es poco material. Retiramos bastante basura de la naturaleza”, añade.

A pesar de que el enfoque del proyecto son los jóvenes de la comunidad, la ama de casa Miriam Silveira, de 47 años, es una de las alumnas más dedicadas. Hace dos años, ella reanudó los estudios, se alfabetizó y, a partir de eso, buscó el proyecto para aprender a tocar la guitarra. “Una cosa a la vez, estoy aprendiendo”, conmemora.

Traducción: Leonardo Vieira