Movimientos sociales realizan actos contra la destitución de Rousseff

Actos convocados por movimientos sociales y sindicales contra la destitución de la presidenta Dilma Rousseff reunieron a cientos de participantes en las dos mayores ciudades de Brasil y en la capital federal, Brasilia.

En todas las manifestaciones, las consignas eran “Dilma queda” y “Fuera Cunha”, en referencia al presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, quien aceptó la solicitud de juicio político contra Rousseff el pasado 2 de diciembre. Cunha también se enfrenta a un proceso de destitución en su contra por presunta violación de decoro parlamentario.

Algunos asistentes de los actos, como Guilherme Boulos, líder del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo, criticaban la política económica y pedían el fin del ajuste fiscal. Boulos cree que, si la presidenta “no escucha el mensaje de las calles, perderá la gobernabilidad”.

Río de Janeiro

En la céntrica Cinelândia, plaza que históricamente alberga manifestaciones, se montó una tribuna frente a las escaleras de la Cámara de Consejales, donde líderes políticos, sociales y sindicales se revezaron en discursos. La gente portaba pancartas y carteles contra el intento de destituir a Rousseff y con críticas a Cunha. Algunos manifestantes habían venido en una marcha desde la Asamblea Legislativa del estado de Río de Janeiro. En el camino, hicieron una protesta frente a la oficina política de Cunha, quien es natural de la ciudad, donde gritaron consignas y lanzaron fajos de dinero falso con la cara del diputado estampada.

“Lo que están haciendo con Dilma es similar a lo que hicieron con los ex presidentes Getúlio Vargas y João Goulart. Cuando surge un gobierno de carácter popular, eso agudiza la ira de las clases altas”, dijo el jubilado Francisco Mendes Soares, miembro del PDT, partido de origen laborista.

El estudiante de música Damus Shiva participó en la protesta: “Está dando el golpe un sector que perdió las elecciones y no acepta la derrota. Si ella sale, el movimiento popular perderá mucho y [el vicepresidente Michel] Temer no será capaz de gobernar porque será un caos.”

La cocinera Maria do Carmo Gonçalves, quien ingresó en el curso superior de gestión pública a los 60 años de edad, dice que es importante participar en la manifestación debido a la biografía de Rousseff, en cuyo gobierno “hubo un avance muy grande en proyectos sociales, especialmente con los negros, que anteriormente no tenían ninguna oportunidad de estudiar”. “Pero la Cámara no le está dejando gobernar”, añadió.

El acto político en Cinelândia terminó con la presentación de artistas populares. Según los organizadores, hubo 10 mil participantes. La Policía Militar no divulgó estimación de asistentes.

São Paulo

El acto reunió, según la Policía Militar, alrededor de 3 mil personas en la Avenida Paulista. Los manifestantes comenzaron a reunirse por la tarde en el patio del Museo de Arte de São Paulo (MASP) y luego siguieron en marcha hasta la Plaza de la República, donde se leyó un manifiesto firmado por los movimientos.

Según Vagner Freitas, presidente de la Central Única de los Trabajadores (CUT), la manifestación también pedía la salida de Eduardo Cunha y cambios en la política económica.

"Los que están apoyando el golpe son los mismos que proponen las subcontrataciones, el fin de la CLT [la norma legislativa brasileña para el derecho laboral], del aguinaldo, el fin de la Seguridad Social, de la edad penal, apoyan políticas contra las mujeres, etc”, dijo. “Queremos que se acabe de inmediato la política de ajuste fiscal en Brasil. Esa política no solucionó nuestra economía, trajo recesión y mucho desempleo”, agregó.

Guilherme Boulos dijo que el acto fue también un mensaje a la presidenta Dilma Rousseff. “Estaremos listos contra la destitución. Y estaremos listos contra esa política económica. Es la última oportunidad que tiene la presidenta Dilma de cambiar su política económica y sus opciones de gobierno. Si ella no lo comprendió hoy, no comprendió los mensajes de las calles”, advirtió.

Boulos consideró la manifestación un éxito. “Aquí, a diferencia del domingo [cuando hubo manifestaciones a favor del impeachment], hay negros, hay pobres, hay gente del Nordeste, hay mujeres, hay homosexuales. No es una manifestación monolítica, elitista, como fue la del domingo".

La profesora Marcia Tripodi, de 38 años, asistió al acto y dijo que estaba allí “por la democracia”. “Pienso que una presidenta que fue elegida con la mayoría de los votos debe tener su mandato respetado. No hay nada contra ella, no hay ninguna prueba”, afirmó.

Con una camisa roja y llevando una bandera de Brasil en su cuello, el arquitecto Vagner Cano, de 53 años, dijo que participaba en el acto por deber. “A los que no quieren el golpe, es obligatorio estar aquí."

Brasilia

En la capital federal, los manifestantes caminaron unos cinco kilómetros desde el estadio Mané Garrincha hacia el Congreso Nacional. Al igual que en São Paulo y Río, pidieron la salida de Eduardo Cunha de la presidencia de la Cámara y protestaron contra la apertura del proceso de juicio político contra Rousseff.

El presidente del gobernante PT, Rui Falcão, comentó: “En todo Brasil, tenemos manifestaciones, todas a favor de la democracia, pidiendo cambios en la política económica y, en especial, defendiendo un proyecto de país. Ese legado de 13 años no puede ser amenazado por golpistas.”

Emerenciana Ribeiro, de 75 años, fue a la manifestación con sus dos hijas. “Toda mi familia está en contra del golpe que se traza para acabar con la democracia”.

Según Fabianos Ruas, de 41 años, no hay razón para la destitución de Rousseff. “El gobierno tiene errores, pero no a punto de sacar a la presidenta. Para mí, el juicio político es una mera lucha por el poder. Vine a defender la democracia.”

El acto terminó alrededor de las 10.00 de la noche, cuando los manifestantes llegaron al césped en frente del Congreso Nacional, gritando diversas consignas contra Eduardo Cunha, principal blanco de la protesta.

*Participaron en la cobertura los reporteros Vladimir Platonow (Río de Janeiro), Elaine Patricia Cruz (São Paulo) y Marcelo Brandão (Brasília).

Traducción: Leonardo Vieira