Juegos Olímpicos de Río terminan con lluvia, alegría y carnaval
En una fiesta que reforzó lo que tiene de mejor la ciudad y extrapoló sus fronteras para hablar del arte y de la cultura nacional, Río de Janeiro se despidió de los Juegos Olímpicos el domingo (21) por la noche, en el estadio de Maracanã. El espectáculo, diseñado para resaltar la creatividad de los brasileños y su capacidad de crear con las propias manos, duró 2 horas y media, con tono de celebración y conciliación. El clima no cooperó y hubo lluvia, frío y vientos fuertes durante la mayor parte de la ceremonia.
Santos Dumont
Santos Dumont, figura que causó controversias entre brasileños y estadounidenses durante la ceremonia de apertura, apareció de nuevo, interpretado por el actor Tuca Andrade, verificando en un reloj de pulsera, uno de sus inventos, que ya era hora de empezar la fiesta.
Algunos puntos turísticos de Río de Janeiro, como los Arcos de Lapa, el Cristo Redentor y el Pan de Azúcar, tuvieron sus formas moldeadas por bailarines. En total, tres mil personas formaron el elenco, con 300 profesionales y 2,7 mil voluntarios. El estadounidense Bryn Walters, experto en coreografías de masas y montaje, responsable de las aberturas de Atenas 2004 y Londres 2012, firmó la coreografía del espectáculo.
El himno nacional de Brasil fue ejecutado con percusión y cantado por un coro de niños que representaban cada una de las estrellas de la bandera brasileña, proyectada en el suelo del estadio.
Luego se inició el desfile de los atletas, en una atmósfera mucho más informal y relajada que la vista el 5 de agosto. Los competidores entraron formando una sola fila a lo largo de un pasillo de abanderados, en una gran confraternización marcada por música electrónica y nordestina, como el frevo.
Trabajo manual
El siguiente acto contó la historia del arte popular brasileña en sus diversas manifestaciones y extrapoló las fronteras de la ciudad anfitriona. Las pinturas y dibujos rupestres que se encuentran en el parque arqueológico de Serra da Capivara, en Piauí, cobraron vida con movimientos coreográficos. En el llamado “momento recuerdo”, Arnaldo Antunes recitó su poema “Saudade”, evocando la palabra que, en portugués, significa nostalgia, añoranza.
La tradición de las encajeras fue exaltada con la tradicional canción “Mulher Rendeira”, cantada por las Ganhadeiras de Itapuã, un grupo que rescata las antiguas costumbres de aquel barrio de Salvador de Bahía. Una proyección creó la ilusión de un encaje tejido en el suelo del estadio. Enseguida, el grupo Corpo presentó un extracto de Parabelo, espectáculo en ritmo de forró.
El público se levantó de inmediato en los primeros acordes de “Asa Branca”, una de las canciones más conocidas de Luiz Gonzaga, e improvisó un baile de ciranda en las gradas. En honor al maestro Vitalino y sus esculturas, los bailarines se caracterizaron como muñecos de barro y mostraron pasos del forró.
Abucheos
Manteniendo una tradición olímpica, se realizó la ceremonia de premiación del maratón masculino, cuando se entregaron las últimas medallas de estos Juegos. El oro fue para el keniano Eliud Kipchoge, la plata para el etíope Feyisa Lilesa y el bronce para el estadounidense Galen Rupp. En la presentación de los recién elegidos para formar la Comisión de Atletas del Comité Olímpico Internacional (COI), la más aplaudida fue la saltadora rusa Yelena Isinbayeva.
Tras el homenaje a los voluntarios de Río 2016, cuando el cantante Lenine presentó una versión hecha por ellos de su música “Jack Soul Brasileiro”, la bandera de Grecia se izó y el himno de aquel país fue cantado para la retirada de la bandera olímpica. Al pasarla a la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike, el alcalde carioca Eduardo Paes terminó siendo muy abucheado.
Toque oriental
Los próximos anfitriones, de Tokio, también mostraron lo que quieren hacer en cuatro años. La presentación se inició con el himno japonés y mezcló luces, formas geométricas, tambores tradicionales (taikos) y la cultura de los videojuegos.
Los espectadores vibraron cuando el personaje Mario salió de la animación que aparecía en la pantalla y surgió en el centro del estadio. Se trataba, en realidad, del primer ministro japonés Shinz Abe, quien llevaba el sombrero del famoso personaje de videojuegos de Nintendo.
Los japoneses también se empeñaron en agradecer al mundo, a través de proyecciones de la palabra “arigato” (“gracias”) en muchos idiomas, por la solidaridad y el apoyo proporcionado tras el terremoto que asoló el país en 2011. Al final, hicieron la invitación: "See you in Tokyo" (“Te veo en Tokio”).
Se apaga la llama
Un lamento resonó desde las gradas cuando Thomas Bach declaró terminados los Juegos. Y mientras la cantante Mariene de Castro interpretaba “Pelo Tempo que Durar”, de Marisa Monte y Adriana Calcanhotto, una lluvia representando la abundancia de las aguas tropicales cayó sobre el pebetero y extinguió el fuego.
El último mensaje, sin embargo, fue de renovación. Un gran árbol hecho de cuerdas fue izado en el centro del escenario, adornado por una coloreada representación de la flora brasileña y fortaleciendo el principio de un nuevo ciclo.
El Maracanã entonces se convirtió en carnaval con la llegada de la tradicional comparsa Cordão do Bola Preta y miembros de escuelas de samba, embalados por la canción “Cidade Maravilhosa”, himno de la ciudad de Río de Janeiro.
El público se puso de pie con temas de la fiesta callejera y sambas de enredo consagrados. La fiesta se completó con la llegada de una carroza de carnaval invitando a los atletas para que salieran a la cancha y miraran a los fuegos artificiales.
Solo faltaba avisar que el evento había terminado: público, atletas y voluntarios siguieron bailando con la samba que tocaban los altavoces, como si los Juegos acabaran de empezar.
Traducción: Leonardo Vieira
Fonte: Juegos Olímpicos de Río terminan con lluvia, alegría y carnaval