Se restablece la democracia

Hacía casi 20 años que Brasil estaba bajo el comando de los militares cuando estalló el descontento de la población con el régimen, y poco a poco las calles se llenaron de protestas que exigían las elecciones directas para presidente y el fin de la dictadura.
La campaña "¡Directas Ya!" (en portugués, Diretas Já!) empezó después que el entonces diputado Dante de Oliveira presentó una propuesta de enmienda constitucional que modificaba el sistema de elección presidencial instituido por los militares, según el cual correspondía a un colegio electoral conformado por parlamentarios elegir al presidente de la República. Se tenía como premisa que el pueblo debería elegir al presidente de manera indirecta, una vez que eran los parlamentarios quienes representaban a los votantes.
Aún en el Congreso, la oposición puso en marcha una campaña por la aprobación de la enmienda. Dos nombres se destacaron en ese proceso: Ulysses Guimarães, que había comandado la campaña por la Ley de Amnistía en 1978, y el exmetalúrgico Luiz Inácio Lula da Silva, quien comenzaba su carrera política en el Partido de los Trabajadores (PT). Junto a otros liderazgos como Fernando Henrique Cardoso, Leonel Brizola y Tancredo Neves, ellos asumieron la tarea de conseguir apoyo de otros políticos, además de artistas e intelectuales. Y a medida que se acercaba el 25 de abril de 1984, fecha en que se votaría la llamada "enmienda de las Directas", la movilización crecía a ritmo acelerado. Para que la campaña fuera exitosa, sería fundamental el apoyo de instituciones de gran peso histórico, como el Colegio de Abogados de Brasil, la Unión Nacional de Estudiantes, la Asociación Brasileña de Prensa, la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil y la Central Única de los Trabajadores. Casi todos los sectores de la sociedad, de todas las clases sociales, se involucraron en la movilización. El color amarillo, escogido como símbolo de la campaña, estampaba las ropas, ventanas, balcones e incluso los brazaletes de los jugadores del Corinthians, uno de los equipos de fútbol más populares del país.

Vigilia durante la votación de la enmienda Dante de Oliveira
"Para entender ese fenómeno, hay que imaginar el descontento y el desgaste de la población con la dictadura, que ya llevaba unos veinte años en el poder. Ese sentimiento era agudizado por el hecho de que el país pasaba, a principios de los años 80, por una crisis económica que alimentaba la inflación y afectaba la vida de las personas. Además, había gobiernos opositores en importantes estados que apoyaban a la causa. Es decir, había una voluntad general de promover cambios", resalta Marcelo Ridenti, profesor de Sociología de la Universidad Departamental de Campinas (Unicamp).
De hecho, la economía, que desde 1967 había experimentado un fuerte crecimiento, entraba en crisis. La dictadura mantenía entonces una política extremadamente restrictiva con relación a los salarios. El descontento resultante de esa política económica, sumado a la restricción de los derechos civiles, culminó a finales de los años 70 en grandes movimientos sociales. Esos movimientos, iniciados por los trabajadores metalúrgicos de São Bernardo, pronto se extendieron también a las demás ciudades de la periferia de São Paulo.
"No teníamos derecho alguno. Dentro de las empresas, vivíamos bajo la influencia de la dictadura militar. Mercedes Benz era un verdadero cuartel del Ejército. La persona designada por Mercedes para ponerse en contacto con la junta directiva de nuestro sindicato era un general del Ejército, el general Queiroz", cuenta Djalma Bom, exdirector del Sindicato de los Trabajadores Metalúrgicos de São Bernardo y Diadema y exempleado de Mercedes Benz.
Protesta
Bom afirma que además de cuestionar el apriete salarial, las huelgas acabaron por desafiar al régimen militar.
"Las huelgas de los metalúrgicos tenían motivos económicos. Luchábamos por mejores salarios y mejores condiciones de trabajo. Pero las circunstancias de aquel momento, cuando diversos sectores de la sociedad protestaban por la redemocratización de Brasil, acabó por llevar a mis compañeros a unirse al movimiento estudiantil, a los intelectuales, a los compañeros de la iglesia y a los demás sectores descontentos de la sociedad", recuerda el sindicalista.
Fue en ese contexto que la presión para que el Congreso aprobara la enmienda de las Directas se difundió por todo el país, y la campaña encontró un camino ya abierto por el movimiento sindical.
Los primeros mitines de las Directas tuvieron lugar en marzo de 1983. En junio, un frente superpartidario reunió a los gobernadores Leonel Brizola en Río de Janeiro, Franco Montoro, de São Paulo y el presidente nacional del PT, Luiz Inácio Lula da Silva. Luego, otros gobernadores se unieron al movimiento.
Ricardo Kotscho, periodista y autor del libro "Diario de la Campaña de las Directas", afirma que está de acuerdo con la tesis del escritor Laurentino Gomes (quien escribió el libro "1889"): "La Proclamación de la República se produjo en 1889, pero la verdadera fundación de la República brasileña se dio en 1984, cuando el pueblo salió a la calles. En la Proclamación, eso no ocurrió. Participaron en ella una media docena de personas; el pueblo tenía miedo a lo que estaba sucediendo. Y en 1984 las autoridades se vieron asustadas, la gente tomaba el destino en sus manos".
En el tramo final de la campaña, enormes mitines reunieron respectivamente a 1 millón personas en Río de Janeiro, el 10 de abril de 1984, y a 1,5 millones de personas en São Paulo, el 16 de abril del mismo año.
Kotscho, quien asistió a todas las manifestaciones, apuntala que "hay que recordar que, en aquel momento, no había teléfono celular, internet, Facebook, nada de eso. Al principio, la gran prensa boicoteó la campaña. Trató de ocultarla. No mostró la dimensión que tenía ese movimiento, con la excepción del diario Folha de São Paulo, donde afortunadamente yo trabajaba", contó el periodista.
Ricardo Kotscho, periodista que cubrió toda la campaña de las Directas Ya
Janaína Teles, historiadora e investigadora de la Universidad de São Paulo (USP), tenía 16 años de edad en la época y participaba en el movimiento estudiantil. Ella recuerda como eran las acciones de los estudiantes en apoyo al movimiento: "Yo iba a la Praça da Sé todos los días por la tarde y montaba una urna gigante, muy grande, con un metro y medio de alto. Y nosotros teníamos un pequeño podio, un micrófono, y abríamos el micrófono a todos que quisieran hablar", cuenta.
"Había gente borracha, estudiantes, políticos... Todos tenían derecho a expresar qué pensaban de las Directas, del Gobierno, de comunicar sus propuestas. Repartíamos folletos y distribuíamos boletas donde las personas anotaban si eran o no a favor de las Directas. Y las poníamos en la urna. De ese modo, simulábamos una votación directa", describe Janaína.
A pesar de la presión popular, la enmienda que establecería las elecciones directas para presidente fue rechazada en las primeras horas del día 26 de abril de 1984. Faltaron solo 22 votos para que fuera aprobada.
Fafá de Belém, una de las artistas más activas en los mitines, recuerda el clima que envolvió el país tras la derrota de la enmienda Dante de Oliveira. "No hubo ningún tumulto. Hubo un duelo colectivo", dice la artista.
Sin embargo, Fafá cree que, a pesar de la derrota, el movimiento salió victorioso. "El voto popular ya estaba dentro de todas las venas, dentro de todas las voces. El país se despertaba, se reconocía, retomaba los colores verde y amarillo, retomaba el himno nacional, recuperaba los símbolos patrios que habían sido usurpados por la dictadura."
Con el rechazo de la enmienda, las elecciones para presidente de la República en 1985 se llevaron al colegio electoral. Pero esta vez había un candidato de la oposición, nacido de las articulaciones por las Directas. Tancredo Neves, senador del estado de Minas Gerais, fue elegido presidente de la República a menos de nueve meses de la derrota de la enmienda Dante Oliveira.
Poco despúes, la historia de la democracia brasileña sufriría otro golpe. Tancredo Neves se enfermó gravemente. En la víspera de su posesión, ingresó al hospital con un diagnóstico de infección intestinal. Treinta y ocho días más tarde, después de pasar por siete cirugías, el presidente electo murió sin haber tomado posesión. El vicepresidente, José Sarney, que había asumido interinamente la presidencia, se confirmaba como primer presidente civil desde 1964.
Aunque representara las viejas oligarquías del nordeste que habían apoyado al régimen militar, Sarney había abandonado el régimen y ayudado a componer el arco de alianzas que aseguraron la derrota del candidato del Gobierno en el colegio electoral. Fiel a ese compromiso, Sarney mantuvo la agenda acordada por Tancredo Neves y convocó a la Asamblea Nacional Constituyente, que en 1988 promulgaría la Constitución de 1988, la cual está en vigor hasta hoy.

Manifestantes protestan contra el uso de dinero público en la Copa Confederaciones
Insatisfechos, los brasileños quieren más democracia
A pesar de que los valores democráticos, como la libertad y el respeto las opiniones individuales, se consideren incuestionables, encuestas llevadas a cabo por varios institutos de investigación muestran que una proporción considerable de la población brasileña no entiende plenamente los beneficios económicos y sociales de la democracia.
En 2013, casi 30 años después de la reinstalación del sistema democrático en el país, las calles fueron una vez más ocupadas por millones de manifestantes que reclamaban, según evalúan varios expertos, el avance de la democracia brasileña.
Para expertos citados por la Agência Brasil, los brasileños están descontentos con el funcionamiento del régimen en el país. En otras palabras, "quieren más democracia".
El politólogo José Álvaro Moisés, coordinador del Núcleo de Investigaciones en Políticas Públicas de la Universidad de São Paulo (USP) y autor del libro "La Desconfianza Política y sus Impactos en la Calidad de la Democracia", dice que el grado de incredulidad respecto a las principales instituciones de la democracia representativa es muy alto.
"En el caso de los partidos políticos, no menos del 82% de la población desconfía de ellos, y, en el caso del Congreso Nacional, el 79%, según concluyeron mis investigaciones", apunta Moisés. Aunque la incredulidad en el Poder Judicial sea menor, la sensación de injusticia es alta. "Aldrededor del 90% de los encuestados, de todos segmentos sociales, regiones, clases, sexos, orígenes étnicos y religiosidades, considera que la ley no trata a los ciudadanos de manera igualitaria y casi el 80% considera que acceso de los brasileños a la justicia es desigual, que no hay oportunidades iguales de acceso."
Moisés cree que las mismas cuestiones planteadas en las encuestas también aparecieron, en cierto modo, en las manifestaciones de junio y julio de 2013, que llevaron a casi 2 millones personas a protestar en las calles. "Muchos manifestantes llamaron la atención sobre el vacío de los partidos políticos y, en el caso del Parlamento, no fue para nada que hubo intentos de invadir el Ayuntamiento y la Asamblea Legislativa en algunos estados, e incluso el Congreso Nacional.
Expertos afirman también que la democracia brasileña sufre las consecuencias de la falta de proactividad de las élites políticas con relación a la sociedad, y de los ciudadanos, votantes, con respecto a la clase política.
Eurico Cursino, sociólogo y profesor de la Universidad de Brasilia (UnB), defiende que algunos factores históricos hacen con que los brasileños no se vean como ciudadanos responsables por el gobierno del país, poniéndose la mayor parte del tiempo en una posición pasiva.
"La sociedad está fundada desde arriba hacia abajo. Carece de bases comunitarias que hayan sentado los cimientos para la formación de las instituciones políticas. Las instituciones políticas están formadas siempre desde arriba hacia abajo y hay una vida en comunidad que está desconectada de las instituciones políticas", explica Cursino. Y eso provoca que los ciudadanos, que toman conciencia de sus derechos, estén, en esta estructura, 'sociológicamente aislados'.
Los niveles de asociacionismo de la población brasileña en sindicatos, partidos políticos, consejos de salud y presupuesto participativo, asociaciones de residentes y de padres y maestros se sitúan alrededor del 2%. Para el sociólogo, esas relaciones representan la democracia desde abajo hacia arriba y, en la medida en que se vuelven lo suficientemente densas, tienen fuerza sobre la democracia como regla del juego político. "Eso hace falta de manera brutal en nuestra sociedad", dijo.
Para el historiador Rodrigo Patto Sá Motta, profesor de la Universidad Federal de Minas Gerais, es necesario crear movimientos convergentes, vinculados a un cambio de comportamiento de los dirigentes políticos y a una mayor participación de los ciudadanos. "Si los votantes castigaran más a los políticos que se portan mal, si no votaran por ellos, los políticos se sentirían presionados a tener cuidado con lo que hacen como representantes. Pero los políticos no tienen que esperar que eso ocurra para cumplir con sus obligaciones, y podrían tratar de castigar a sus colegas parlamentarios que, por ejemplo, hagan mal uso de los recursos públicos."
Pese a todas las críticas, las recientes manifestaciones, formadas en su mayoría por jóvenes que no vivieron durante el régimen militar en Brasil, no cuestionan la importancia del régimen democrático. Por el contrario, piden "más democracia".
Brasilia - Alumnos de escuelas públicas participan de preparación especial para competencias internacionales
Según José Alvaro Moisés, aunque no estén cerca de lo deseado, los indicadores sociales han mejorado mucho desde el final de la dictadura. Moisés señala que, aunque sea un punto importante, las elecciones no son suficientes para la existencia de la democracia. El politólogo cree que, este año, las manifestaciones populares deben guiar las elecciones. "Será inevitable, en mi opinión, que en la campaña electoral de este año esos temas aparezcan en el debate público. Los candidatos tendrán que hablar sobre eso. Serán tanto más obligados como los medios de comunicación, el periodismo crítico, los medios de comunicación, a través de las redes sociales, exijan que los candidatos se manifiesten sobre qué quieren hacer y cómo planean hacerlo."
Traducción: Lucas Magdiel
Fonte: Se restablece la democracia
