De la ilegalidad al podio olímpico
“A las mujeres no se les permitirá la práctica de deportes incompatibles con las condiciones de su naturaleza, y en observancia de ese precepto, el Consejo Nacional de Deportes (CND) deberá dictar las instrucciones necesarias a las entidades deportivas del país”. Firmado en abril de 1941 por el entonces presidente Getúlio Vargas, en plena dictadura del Estado Novo, este decreto –que vigoró hasta finales de 1970– restringía los deportes que podrían practicar las mujeres.
Así, las mujeres se vieron impedidas de practicar luchas de cualquier tipo, fútbol, fútbol sala, fútbol playa, waterpolo, polo, rugby, halterofilia y béisbol.
La lucha de la mujer por obtener un lugar en el mundo deportivo se enmarca en una serie de reivindicaciones por derechos que cambiaron las sociedades alrededor del mundo al inicio del siglo 20. En 1932, año en que se implantó el voto femenino en Brasil, la nadadora Maria Lenk se convirtió en la primera atleta a representar a Brasil en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, en Estados Unidos.
En Brasil, la participación de las mujeres en las competiciones deportivas se incrementó más lentamente que en los países de Europa y América del Norte, dice Katia Rubio, investigadora de la Universidad de São Paulo (USP). Según ella, la prohibición de las mujeres en el deporte llevó a graves consecuencias que retrasaron el desarrollo olímpico del país y que se pudieron notar incluso después de que dejó de estar en vigor el decreto de Vargas.
La investigadora explica que aún después de que la ley cayó en desuso, muchas familias no permitían que las chicas practicaran el fútbol u otros deportes, pues creían que eso era cosa de chicos y solían decir cosas como: “Mi hija no es ninguna machona”.
Además, dice la investigadora, para justificar la segregación, los mandamases del deporte se sirvieron de falsos argumentos médicos. “Podemos observar en la primera mitad del siglo 20 la elaboración de discursos académicos, especialmente en el área médica, que buscaban dar a los hombres en el poder razones para mantener a las mujeres alejadas del deporte.”
Para ejemplificar esa posición, Rubio menciona el barón Pierre de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos. “En 1896, cuando Coubertin en persona justifica la exclusión de las mujeres de los juegos argumentando que tenían nervios frágiles, no se estaba refiriendo a su aspecto corporal. Alegaba que las mujeres son histéricas y no pueden competir porque las competencias son para los hombres, para quienes pueden enfrentarse a un embate.”
La exclusión se manifestaba incluso en modalidades en las que se aceptaba más la presencia de mujeres, como la natación y el tenis. “Las brasileñas practicaban deportes de manera bastante selectiva. Las que tenían acceso a los clubes [de la clase media y de la aristocracia] practicaban deportes como las mujeres europeas. Eran esas las mujeres que veíamos en la natación, en el tenis y en los saltos ornamentales, y que se destacaban en los Juegos Olímpicos”.
La investigadora de la Universidad de São Paulo (USP) señala que las mujeres de clases pobres que lograron encontrar un espacio en los deportes generalmente competían en el atletismo.
Campeona mundial de tenis
Cuatro veces campeona del mundo entre las décadas de 50 y 60, Maria Esther Bueno, de São Paulo, recuerda lo difícil que era encontrar referencias femeninas en la época en que ella se destacó en el tenis. “No era tan fácil obtener informaciones. Por lo tanto, no tuve ninguna inspiración, a no ser el hecho de que me encantaba hacer lo que hacía”, dijo la tenista, agregando que tuvo que buscar en ella misma, bien como en amigos y familiares, el apoyo que necesitaba.
Las mujeres siempre han practicado deportes, pero nunca recibieron la misma atención que los hombres”, enfatiza la tenista. Esther Bueno conquistó títulos simples en torneos de Grand Slam, que incluyen los cuatro principales campeonatos de tenis del mundo, disputados en Melbourne (Australia), París, Londres y Nueva York.
Fin de la prohibición
La lista de los deportes prohibidos a las mujeres fue revocada en 1971, pero las primeras medallistas femeninas solo aparecieron 2008, cuando Ketleyn Quadros se colgó un bronce en el yudo y el equipo femenino de fútbol se llevó una plata en Pekín. Quadros, que fue la primera brasileña en ganar una medalla olímpica individual, recuerda que su carrera le permitió acercarse a sus mayores ídolos: las yudocas brasileñas.
“Nos identificamos con nosotras mismas. Estamos siempre trabajando duro y buscando nuestra superación personal. La inspiración viene de nuestras propias compañeras, de ver como practican y trabajan juntas. Eso es muy motivador”, dijo Quadros.
Quadros reveló que sus entrenadoras le contaron muchas historias de discriminación hacia las mujeres que practicaban el yudo. “No sufrí tanto como las [atletas de] generaciones anteriores. Se solía decir que era un deporte varonil, que no era adecuado para mujeres, que era un deporte de mucho contacto físico. Eso realmente sucedió, pero cuando yo empecé esas guerreras ya habían luchado mucho, por lo todo ha sido mucho más fácil.”
Para Nunes, el yudo femenino empezó a crecer después de que las atletas adquirieron más fuerza física y después de que se produjo un cambio de mentalidad. “El aspecto técnico ha cambiado mucho”, dijo Nunes. “En cuanto a la fuerza, tuvimos que decir adiós a los brazos flaquitos”, recordó la yudoca destacando la diferencia de trato entre hombres y mujeres en los entrenamientos. “No es que no podemos soportar los entrenamientos, pero este tiene que ser diferente. Contamos con un ginecólogo en el equipo, y también con una psicóloga y entrenadores que hablan mucho con nosotras. Eso ayuda mucho.”
Las chicas del voleibol y el oro en 2008
La colocadora Macrís Carneiro agradece a las atletas de las décadas anteriores, que allanaron el camino para las próximas generaciones al enfrentarse al machismo y a otras dificultades en los deportes. “Me parece admirable que hoy día las mujeres no hacen solo las tareas que se les atribuían antiguamente, pero están cada vez más ganando más espacio y mostrando sus talentos”.
En el caso de voleibol, las mujeres se vieron obligadas a hacer frente a la falta de apoyo, de patrocinio y de resultados. Mientras peleaban por un lugar en el sol, las atletas vieron la selección masculina colgarse la plata olímpica en 1984 y el oro en 1992. La primera medalla femenina llegó en 1996: un bronce, aunque con brillo del oro, ganada por un equipo integrado por Márcia Fu, Ana Moser, Virna y Fofão.
Carneiro creció como una gran admiradora del estilo de la colocadora Fofão. Pasó de hincha a colega cuando las dos entrenaron en el mismo equipo. “[Fofão] es una persona muy sencilla y amable con todos. Se muestra firme en sus actitudes, pero a pesar de ello mantiene su carisma”.
El oro llegó en 2008, después de dos medallas de bronce (1996 y 2000). A Fofão se la veía por todas partes. Era la mujer con el mayor número de victorias en el voleibol olímpico de Brasil. “El voleibol masculino recibía más atención, mejores salarios y patrocinadores, pero sabíamos que seguiríamos en segundo plano hasta el día en que realmente ganáramos algo. Tuvimos que luchar, mostrar nuestra capacidad, nuestro potencial”, recuerda Fofão, quien ya se retiró de las canchas.
Tal como ocurrió en el yudo, las victorias de las mujeres en el voleibol solo se hicieron posibles despúes de que todos se dieron cuenta de su fuerza, y ni las autoridades ni la ley pudieron seguir ignorándolas. “Nuestro entrenamiento cambió para que ganáramos más fuerza”, relató Fofão, explicando que al principio hubo mucha resistencia por parte de las propias atletas, pero en la medida en que resultados empezaron a saltar a la vista y la calidad del voleibol fue mejorando, las jugadoras pasaron a tener fe en el nuevo entrenamiento.
Fofão no tiene dudas de que las mujeres han logrado romper los prejuicios relativos a su desempeño. Siempre ha habido la impresión de que las mujeres no podían hacer cosas buenas, pero las personas han cambiado de idea al ver como son guerreras, luchadoras y disciplinadas cuando se proponen a hacer algo”, dijo.
Nunes, que aún sueña con el oro olímpico pero ya ganó varios títulos en torneos nacionales y panamericanos, afirma que en Brasil existe aún mucho perjuicio a las mujeres en general. “En los deportes, sin embargo, conseguimos superar los obstáculos pues no dependemos de los hombres para tenér éxito, sino de nosotras mismas.”
Traducción: Lucas Magdiel
Fonte: De la ilegalidad al podio olímpico