Mujeres defienden políticas públicas para demandas pospandemia
Sin ingresos, sobrecargadas de trabajo doméstico y más violencia en el hogar: esta es la realidad de muchas mujeres en el contexto de la pandemia del covid-19. Esas situaciones siempre estuvieron presentes, pero se intensificaron a partir de 2020. En el Día Internacional de la Mujer, celebrado hoy (8), Agência Brasil habló con mujeres que trabajan para combatir las desigualdades y apoyar a sus comunidades.
“Los seres humanos dependemos de este trabajo de cuidado. Es fundamental para el funcionamiento de una sociedad y esta acción es principalmente responsabilidad de las mujeres. Eso es algo que la sociedad debería reconocer y repensar”, propone Sônia Coelho, de Sempreviva Organización Feminista (SOF). Ella explica que la sostenibilidad de la vida está en manos del trabajo invisible y no remunerado de las mujeres.
Una encuesta de la SOF, realizada en 2020, mostró que el 50% de las mujeres brasileñas empezaron a cuidar de alguien durante la pandemia. El porcentaje es mayor entre las mujeres negras, alcanzando el 52%. Entre las mujeres blancas, la tasa es del 46%. “Además de llevar la carga del trabajo de cuidado, se vieron afectadas por la pérdida de ingresos, la pérdida de empleo, la dificultad para acceder a los programas de protección social”, dice Maitê Gauto, Gerente de Programas en la ONG Oxfam Brasil.
Según el Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Económicos (Dieese), en boletín especial para esta fecha, en el tercer trimestre de 2021 la fuerza laboral femenina era de 46,3 millones, es decir, 1,1 millones menos que en el mismo trimestre de 2019, cuando sumaba 47,5 millones. Los datos provienen de la Encuesta Nacional Continua por Muestreo de Hogares.
Para el Dieese, esto significa que las trabajadoras que abandonaron el mercado laboral durante la pandemia aún no habían regresado el año pasado. El número es mayor si se considera la etnia. La reducción en la fuerza laboral entre las mujeres negras fue de 925 mil en el período, mientras que las mujeres no negras correspondieron a 189 mil.
"Hice unas ruedas de conversación con mujeres de las comunidades, y cuando hablábamos de lo que más les afectó en la pandemia, el tema de los ingresos fue unánime. Aliado a esto estaba el tema del hambre, que afecta fundamentalmente a mujeres y niños. Afecta a toda la población, pero cuando lo ves, ¿quién es el responsable de tener comida en la mesa? Si la olla está vacía, los niños le preguntan a su madre", dice.
Soporte
Esta es una realidad que la abogada Letícia Lefevre conoció de cerca. Ella es cofundadora de la comunidad Crianças Especiais ("Niños Especiales"), que reúne a 3,5 millones de personas en Facebook. “La mayoría son mujeres, que son las que cuidan. La mayoría se encuentra en extrema vulnerabilidad social”, dice. Durante la pandemia, Lefevre se dividió en cuidar a sus propios hijos, trabajar como secretaria ejecutiva y asesorar a las familias del grupo. “Allí encuentran acogida, información, apoyo”.
Para la técnica de enfermería Anna Ferreira, trabajar en la primera línea del covid-19 trajo desafíos adicionales. “Trabajo en un servicio de atención domiciliaria. Durante la pandemia, muchas cosas cambiaron, no hubo más visitas de rutina. Muchas veces íbamos, pero ya teníamos que llamar a Urgencias”, recuerda. El miedo a la enfermedad, la pérdida de compañeras, los días lejos de la familia. “Estábamos muy preocupados por no llevarnos el virus a casa”, dice.
Un tema colectivo
Maitê Gauto recuerda que, aunque muchos problemas se ubican en el ámbito doméstico, las soluciones están en las políticas públicas. “Que las mujeres tengan condiciones mínimamente adecuadas para trabajar y busquen su propio desarrollo personal. Y las políticas públicas son parte de un pacto nacional y colectivo que entiende que es un derecho de la mujer poder salir a trabajar, tener un lugar donde dejar a sus hijos en seguridad y en condiciones de cuidado”, defiende.
En ese sentido, Maitê destaca como fundamentales las políticas de transferencia de ingresos. “Nunca podemos olvidar que los que tienen hambre tienen prisa. El hambre no espera, por lo que estas políticas son fundamentales para garantizar condiciones mínimas de sobrevivencia, de dignidad, a aquellas familias que se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad”. Sônia Coelho coincide en que, entre las medidas prioritarias para combatir la desigualdad en el contexto pospandemia, están los ingresos básicos.
Dado que los prejuicios de género generan demandas en diferentes niveles para las mujeres, Coelho y Gauto mencionan otras políticas, como las de protección social, seguridad social y educación primaria, "que garantizan condiciones para que las mujeres puedan desarrollar su vida, trabajar, estar fuera del hogar y no estar sola en este rol tradicional de cuidado y, sobre todo, de ser demandadas por los dos lados", subraya Maitê.